Retos y Alternativas Ecosociales para el siglo XXI

Parte I
El Diagnóstico

Módulo V Energía

“El pico del petróleo representa una crisis sin precedentes que trastornará las economías nacionales, derribará gobiernos, alterará fronteras, provocará conflictos bélicos y amenazará la continuidad de la vida civilizada (…) lentamente al principio pero a un ritmo acelerado, la producción mundial de petróleo descenderá, las economías y los mercados globales mostrarán una inestabilidad creciente con oscilaciones aún más salvajes que en los parámetros anteriores al pico y entraremos en una era de austeridad inimaginable previamente. Estas tendencias son irreversibles”

James H. Kunstler. La larga emergencia, 2007

Comprendiendo qué es la energía

La energía en física se define como la capacidad de hacer un trabajo. Esta es una definición muy abstracta, pero todo el mundo entiende intuitivamente qué es la energía, sobre todo cuando nos hace falta: por ejemplo, cuando sufrimos un bajón de azúcar o un apagón, si nos pensamos a escala ciudad. Sin energía nada funciona. Por eso la energía no es un recurso económico más, es un prerrequisito y supone un aspecto estratégico para cualquier sociedad. Esto explica por qué la obtención de energía ha sido siempre una de las obsesiones geopolíticas más importantes del poder político. En la era preindustrial esto se expresaba a través del control de la tierra, que permitía obtener energía solar a través del cultivo. En la era industrial, mediante el control de los combustibles fósiles.

La segunda ley de la termodinámica es una de las leyes más importantes del universo. Postula que, sin un aporte energético externo, la energía que mantiene en orden cualquier sistema (desde una célula a una galaxia, pasando por una sociedad humana) tiende a disiparse y a desorganizarse. A lo que hay que sumar que este aporte externo supone más entropía (desorden) en otro lugar, no podemos inventarnos esa energía. Por ello no existe energía libre: producir energía implica gastar energía. De esta realidad física se deriva un concepto importante a la hora de pensar la energía: la tasa de retorno energético. Es decir, la rentabilidad energética de una fuente de energía: cuánta energía invierto para obtener energía. Con las primeras explotaciones petrolíferas, cada barril energético del petróleo me permitía obtener 100 barriles. Hoy, la tasa de retorno energético del petróleo ha disminuido mucho: cada barril que invertimos nos permite obtener algo menos de 20 barriles, en algunos casos menos de 10. La energía que en ambos casos queda a disposición de la sociedad es muy diferente, y tenderá a posibilitar formas de vida distintas. La segunda ley de la termodinámica también explica que, como con las manzanas más grandes de los árboles, los mejores yacimientos de un recurso siempre se encuentran primero.

Estrés hídrico por países

Efecto del descenso de la energía neta en los yacimientos energéticos. Fuente: Pedro Prieto, El papel de las renovables en el futuro energético español, 2011 [Ponencia presentada en el Congreso Internacional pico del petróleo, ¿realidad o ficción?, Barbastro, 5-7 mayo de 2011]

La energía, como todo en nuestro sistema económico, se mide en precios. Pero los precios son un indicador que en numerosas ocasiones no expresan bien el valor material de las cosas. Esto sucede especialmente con la energía fósil. Si llenamos el depósito de un coche y conducimos, podemos recorrer más de 500 km por menos de 50 euros. Pero si un ser humano tiene que recorrer esos 500 km andando y empujando la tonelada de peso del coche, y pagáramos la hora según el salario mínimo, el precio de la tarea sería inmenso. Esto sucede porque los combustibles fósiles son un premio de lotería energético excepcional. En última instancia, casi toda la energía de La Tierra depende del Sol, que los seres humanos hemos aprovechado siempre a través de la fotosíntesis y el uso del viento. Los combustibles fósiles son un depósito de energía solar concentrado durante millones de años. Al explotarlos, nos hemos enriquecido súbitamente, como los herederos de una herencia extraordinaria. Pero el peligro de todas las herencias es que pueden acostumbrar a una riqueza finita, que un día se agotará.

La lotería de la historia: los esclavos energéticos modernos

La energía ha tenido un papel protagonista en el progreso económico y social que han experimentado nuestras sociedades en los últimos dos siglos. Nunca antes en la historia una masa de población humana tan grande (en términos numéricos) ha disfrutado de condiciones de cobertura material y seguridad existencial tan estables, aunque todavía muy mal repartidas. Esto se explica por nuestra disponibilidad energética. La energía, así como los avances científicos que nos han permitido aprovecharla, son la respuesta secreta a la buena suerte de las generaciones contemporáneas. La lotería de la historia que ha permitido a millones de personas desterrar el hambre de su experiencia vital y esperar trayectorias biográficas menos sometidas a los caprichos de la contingencia. En el plano económico, pensadores como Ayres han demostrado que mucho de lo que se llama innovación tecnológica, ha sido esencialmente mejora en la eficiencia de la conversión de energía primaria a trabajo útil (con un aporte interesante, pero pequeño, de las tecnologías de la comunicación en las últimas décadas), la cual ha sido una de las claves de la evolución cultural moderna.

Para comprender la excepcionalidad de esta lotería de la historia, una herramienta útil es la noción de esclavos energéticos. Un ser humano, pedaleando en una bicicleta estática como un hámster en una rueda, produce más o menos unos 100 vatios en una hora. Con esta cifra redonda es fácil traducir el trabajo que hacen por nosotros nuestras máquinas movidas por energía, y que son fundamentales para el funcionamiento de la vida moderna. Por ejemplo, un horno con una potencia de 1.800 vatios equivale a 18 esclavos trabajando para nosotros a la hora de calentar nuestra comida.

En la antigua Grecia se decía que tres esclavos eran suficientes para que una persona no tuviera necesidad de trabajar. La ciudad-Estado de Atenas, en época de máximo esplendor artístico y filosófico, contaba aproximadamente con 300.000 esclavos para 30.000 ciudadanos, lo que implicaba una decena de esclavos para sustentar la actividad de cada ciudadano libre.

Sin embargo, el consumo medio de energía de un ciudadano español en el año 2012 es equivalente a tener a 45 esclavos. En EEUU están entre 50 y 100 esclavos energéticos. Es decir, cada uno de nosotros vive como si tuviéramos a nuestra disposición 45 esclavos trabajando permanentemente, 24 horas al día, 7 días a la semana los 365 días del año. La herencia energética extraordinaria de los combustibles fósiles es la base que fundamenta nuestra prosperidad actual. Su excepcionalidad es algo todavía poco comprendido: nos cuesta calibrar hasta qué punto todo lo que consideramos normal, como si fuera un derecho adquirido por los méritos del progreso, depende de ese tesoro energético.

La importancia del petróleo

Es casi imposible exagerar la importancia del petróleo en nuestra sociedad, pues prácticamente todas las actividades humanas actuales dependen de un flujo constante de petróleo barato y de buena calidad. El escritor Javier Hidalgo calificó a nuestras sociedades como “gigantes con pies de petróleo”, jugando con la conocida metáfora de los gigantes con pies de barro, pues si el consumo de petróleo se interrumpiese el orden social quebraría.

El petróleo supone aproximadamente un tercio de la energía primaria que consume actualmente el mundo. Si ampliamos el análisis al conjunto de los combustibles fósiles, estos son los responsables de 8 de cada 10 procesos que tienen lugar en las sociedades humanas modernas. Por ello el reto de una economía sin combustibles fósiles es tan enorme, pero la importancia del petróleo se desvela mejor si desglosamos su protagonismo por sectores.

Matriz energética mundial. Fuente: AIE citado por Hans Zanvliet, El pico del petróleo y el destino de la humanidad, 2011

Matriz energética mundial. Fuente: AIE citado por Hans Zanvliet, El pico del petróleo y el destino de la humanidad, 2011.

En España, el sector económico con más demanda energética es el transporte, que supone un 40% de nuestro presupuesto energético. En este sector, el petróleo es responsable del 95% del transporte del mundo. Dada la importancia del transporte en la actual economía global, donde el tráfico de personas y mercancías alrededor de todo el globo es tan intenso, y donde las regiones se han podido especializar en producciones muy específicas pues todo lo que no se produce autóctonamente se importa, se visualiza muy bien la idea de que el petróleo es la sangre que alimenta nuestro presente.

La petroquímica es otro aporte esencial del petróleo a nuestra cotidianidad. Más de 3.000 productos de uso cotidiano, desde medicamentos a fertilizantes pasando por materiales plásticos, derivan del petróleo.

Por último, es importante señalar que si durante los últimos 200 años en general, y los últimos 60 en particular, el mundo ha vivido una expansión económica constante, solo interrumpida por crisis periódicas de las que siempre se ha salido creciendo, es porque cada año disponíamos de un suministro de energía cada vez mayor.

Diagrama de uso de la energía nacional

Diagrama de uso de la energía nacional. Fuente: Luis González Reyes, presentación PPT La espiral de la energía, 2015

Petróleo y alimentación

La dependencia de nuestra sociedad respecto al petróleo muestra su cara más dramática al pensar en el modo industrial de producir y consumir alimentos. Porque en el siglo XXI ya no comemos patatas hechas de semillas, agua, nutrientes y energía solar. Ahora comemos patatas hechas de petróleo.

Las formas agrícolas tradicionales eran sistemas energéticos excedentarios. Aunque la producción de comida era mucho menor, en su producción el ser humano invertía menos energía, en forma de trabajo humano y animal, de la que obtenía en forma de alimentos. Por tanto, las sociedades agrícolas del pasado eran sistemas relativamente sostenibles a pesar de padecer de importantes impactos negativos como la erosión del suelo o la deforestación. Sin embargo, la Revolución Verde y la industrialización del campo cambiaron las tornas y convirtieron a la agricultura en un agujero negro energético: pesticidas, fertilizantes, irrigación, maquinaria agrícola, transporte a centros de consumo lejano, refrigeración, tratamiento y empaquetado… La agricultura industrial solo puede funcionar porque es una agricultura subvencionada energéticamente por los combustibles fósiles. Como se aprecia en la tabla, cada caloría de alimentos que comemos esconde un auténtico despilfarro energético.

Producto alimentario Caloría fósil invertida por caloría alimentaria en la mesa
Alfalfa 0,95
Soja 2,06
Coles de Bruselas 3,51
Patatas 4,25
Maíz 3,63
Arroz 10,01
Alubias 3,44
Avena 2,70
Harina de Trigo 3,44
Leche 35,9
Carne de cerdo 35,4
Carne de vacuno intensivo (establo) 77,7
Carne de vacuno extensivo (pastizales) 10,1
Cordero extensivo (pastizales) 16,2

Calorías de energía fósil que requiere una caloría alimentaria en EEUU. Fuente: Pimentel, Food, energy and society, CRC Press, Boca Ratón, 2008.

Por consiguiente, una disrupción severa de combustibles fósiles en un modelo de agricultura industrial como el que tenemos traería como consecuencia el fallo general del sistema de producción alimentaria y por tanto el hambre. Por efecto combinado del cambio climático y el declive de los combustibles fósiles, la alimentación se va a convertir en el problema social central del siglo XXI. En el horizonte, una batalla entre dos propuestas: la intensificación injusta y suicida del modelo vigente (transgénicos, acaparamiento de tierras para la exportación mercantil del suelo) o una apuesta decidida por la soberanía alimentaria, la agroecología, el campesinado familiar y los circuitos cortos de comercialización.

El pico del petróleo

En los años cincuenta del siglo XX, el geólogo norteamericano King Hubbert descubrió que el agotamiento de los yacimientos de petróleo sigue una pauta: aproximadamente cuando se han explotado la mitad de las reservas, la producción empieza a declinar año tras año irreversiblemente. Este comportamiento dibuja una curva en forma de campana. También predijo la fecha del pico del petróleo convencional de Estados Unidos, que situó hacia 1970 y pronosticó el pico del petróleo mundial a principios del siglo XXI.

Producción mundial de petróleo según ASPO. Fuente: Boletín de ASPO, 2008

Producción mundial de petróleo según ASPO. Fuente: Boletín de ASPO, 2008

El pico del petróleo no es una teoría, es un hecho empírico indiscutible. Numerosos países han pasado ya por su pico del petróleo nacional: Estados Unidos, Argentina, Irán, Reino Unido, Indonesia… Lo que ha despertado mucho debate entre geólogos optimistas y pesimistas es la fecha del pico del petróleo global. En el año 2010, la Asociación Internacional de la Energía reconoció que el petróleo crudo convencional, ese petróleo de buena calidad que cimentó la segunda revolución industrial, había llegado a su techo histórico de producción en 2006, alrededor de los 75 millones de barriles diarios. Hoy la producción mundial depende de petróleos no convencionales y de líquidos derivados del gas natural, con muy baja tasa de retorno energético, que cubren la brecha que nos falta para llegar a los 90 millones de barriles diarios. El debate geológico continúa, porque existen dudas fundamentadas sobre la posibilidad de estos petróleos no convencionales para compensar el declive del petróleo convencional, pudiéndose alcanzar el pico de todos los combustibles líquidos en los próximos años, seguramente antes del 2030.

Previsiones de producción mundial de petróleo AIE

Previsiones de producción mundial de petróleo AIE. Fuente: Asociación Internacional de la Energía, World Energy Outlook, 2012

Las consecuencias de haber sobrepasado el pico del petróleo convencional en 2006 son enormes: no por casualidad los malabares financieros de la globalización neoliberal quebraron un año después. Tampoco se puede negar el efecto que está teniendo la restricción del suministro de energía de buena calidad en el estancamiento de una economía a la que parece que se le hubiera olvidado cómo crecer. O su impacto en las crisis alimentarias de 2008 y 2011. O su papel en el aumento de las tensiones bélicas alrededor del petróleo de Oriente Medio y del Mar Caspio (guerras de Afganistán e Irak).

En cuanto a las esperanzas puestas en la exploración, descubrimiento y explotación de nuevos descubrimientos, estas son seguramente infundadas. Además de encontrarse en ubicaciones geográficas que hacen muy difícil la explotación, en aguas profundas o regiones polares, en los casos más prometedores hablamos de yacimientos que durarían menos de un trimestre si el consumo global actual dependiera solo de ellos.

El futuro de los petróleos no convencionales

De toda la baraja de los petróleos no convencionales la carta energética que ha despertado un mayor entusiasmo en los últimos años ha sido la de los petróleos de esquisto, popularmente conocidos como petróleos de “fracking” o fractura hidráulica, que es el nombre de la técnica que hace posible su extracción. Se trata de petróleos atrapados en rocas compactas que implican una costosa y ambientalmente peligrosa técnica de extracción, basada en la ruptura de las rocas que envuelven los yacimientos mediante la inyección de enormes cantidades de agua a presión combinada con diversos productos químicos. La expansión de la fractura hidráulica en Estados Unidos, tanto en relación al petróleo como al gas, que según algunas fuentes podría llegar a autoabastecerse de energía hacia el 2030 gracias a esta nueva revolución energética, ha ayudado a generar un estado de opinión pública que considera superado el cuello de botella del pico del petróleo convencional de 2006.

Sin embargo, detrás del triunfalismo energético los datos apuntan a que la fractura hidráulica es algo parecido a una nueva burbuja. Las expectativas energéticas que ha despertado son desmesuradas, y se analizan en base a modelos de agotamiento irreales. El Servicio Geológico Minero de los EE.UU reconoció que en algunos lugares las reservas de gas de esquisto estaban infladas hasta 5 veces: hay que tener en cuenta que las reservas infladas permitieron aumentar exponencialmente la cotización de estas empresas en bolsa, y esto promovió un juego especulativo con las tierras y las licencias de explotación. En cuanto al petróleo de fractura hidráulica, de momento solo dos campos cargan sobre su espalda el 80% de la nueva producción de petróleo de los EEUU, y el resto de explotaciones está siendo decepcionante. Ya en 2013 algunos estudios advirtieron de su posible declive antes de finalizar la década, y la actual bajada de los precios del petróleo ha acelerado la disminución de la producción. En resumen, más que una solución al pico del petróleo, la fractura hidráulica conviene entenderla como una prórroga energética de vida previsiblemente corta. Como reconoce la propia AIE, las expectativas de explotación de los petróleos de esquisto en Estados Unidos son históricamente breves.

Previsiones de producción de petróleo EEUU. Fuente: Asociación Internacional de la Energía, World Energy Outlook, 2012

Previsiones de producción de petróleo EEUU. Fuente: Asociación Internacional de la Energía, World Energy Outlook, 2012

Además, esta prórroga se está consiguiendo a un altísimo coste. Las propias dificultades de explotación geológica de estos recursos no convencionales obligan a perforar continuamente un enorme número de pozos que se agotan en muy poco tiempo, devastando paisajes y regiones enteras. La introducción de grandes cantidades de agua a presión con productos químicos en el subsuelo, y la liberación de los combustibles fósiles, está contaminando acuíferos. El agua residual que produce esta técnica está contaminada con metales pesados, y el proceso ha llegado incluso a provocar pequeños terremotos.

El pico del resto de combustibles fósiles

Con los otros dos grandes combustibles fósiles, el carbón y el gas natural, el problema de agotamiento energético se parece al del petróleo, aunque las implicaciones y las fechas sean diferentes. Pero los tres recursos funcionan en base a un modelo de agotamiento semejante a una campana: aproximadamente cuando se ha explotado la mitad del recurso, su disponibilidad empieza a mermar año tras año.

El carbón es una energía muy importante en economías emergentes como India o China. Es el combustible fósil más abundante, pero hay que matizar. Carbones hay de muchos tipos, y no todos tienen la misma calidad. Los mejores son las antracitas y luego los bituminosos. EEUU, por poner un ejemplo de gran país productor que exporta carbón, tuvo su pico de producción de antracita en 1950 y de bituminosos en 1990. Esto hace que, aunque el pico del carbón medido en volumen pueda alejarse en el tiempo, su pico energético pueda estar más cercano.

Respecto al gas, podemos pensar que su comportamiento se parecerá mucho al del petróleo con una década de retraso. En 1960 el mundo tuvo su pico de descubrimientos de yacimientos petrolíferos. Hacia la primera década del siglo XXI, estos yacimientos mostraron síntomas de haber alcanzado su techo de producción. El pico de descubrimientos de yacimientos de gas fue en 1970. Por lo que cabe esperar que durante esta misma década la extracción de gas convencional empiece a mostrar síntomas de estrés.

Pico del gas: proyecciones. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

Pico del gas: proyecciones. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

Existen probabilidades de que a partir del 2030 el mundo enfrente el declive simultáneo de todos los combustibles fósiles, lo que supondría un cuello de botella energético sin precedentes. Es importante entender además que nuevos yacimientos de carbón y gas no solucionarían el grueso del problema, porque el petróleo no admite sustitución en muchos de sus usos. Aunque la traducción a precios nos engañe y nos haga pensar que los recursos son intercambiables, nuestra sociedad necesita petróleo y no gas o carbón (de hecho, casi una cuarta parte del gas del mundo se quema en los pozos sin ser comercializado). Finalmente, la extracción de todas las reservas de petróleo que quedan sin explotar supondría una política suicida, y una plaza garantizada en la catástrofe climática.

Las reservas de uranio

A pesar de su fama, la energía nuclear tiene un papel muy limitado en la matriz energética global. Apenas un 6% de la energía primaria mundial proviene de las 420 centrales nucleares existentes. Como la energía nuclear solo produce electricidad, su peso adquiere más importancia si analizamos el mix eléctrico global: el origen de aproximadamente un 20% de la electricidad que produce el mundo es nuclear.

La naturaleza eléctrica de la energía nuclear nos coloca ante una de sus limitaciones más importantes a la hora de asumir un papel sustitutivo del petróleo (y lo mismo vale para las energías renovables): nuestras sociedades son esencialmente no eléctricas. Solo el 20% de la energía que consumimos adquiere forma de electricidad. Apostar por un resurgir de la energía nuclear implicaría una reconversión industrial sin precedentes para electrificar toda la sociedad. Pero la limitación más importante que enfrenta la energía nuclear es el uranio: un combustible no renovable que ya está afectado por previsiones de agotamiento cercanas en el tiempo. Con el nivel de demanda de las apenas 400 centrales nucleares que existen en el mundo, diversos estudios anuncian la llegada de un pico de uranio en las próximas décadas. Alcanzar las 7.000 centrales que implicaría nuclearizar nuestra económica generaría una presión sobre el uranio imposible de cubrir. Por tanto, la llamada al fin de la moratoria nuclear es una convocatoria energéticamente inútil.

Pico del uranio, proyección. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

Pico del uranio, proyección. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

Y además de inútil, extremadamente peligrosa. El argumento más fuerte contra la energía nuclear sigue siendo que es una tecnología de una complejidad que a los seres humanos nos queda grande. Que su uso nos coloca en una trampa mortal ligada a la gestión de los residuos radioactivos. Con una vida radioactiva de más 100.000 años, en sociedades que cada siglo y medio sufren alguna conmoción (guerras, revoluciones, desastres naturales), y que por tanto no pueden asegurar la seguridad de las instalaciones, la energía nuclear supone un juego de la ruleta rusa en el que, en algún lugar y momento, alguien va a sufrir una catástrofe.

Existen enormes expectativas puestas en el desarrollo de la energía nuclear de fusión. Pero esta prometedora tecnología sigue hoy atrapada en problemas de ingeniería que parecen irresolubles. Los planes actuales esperan desarrollar prototipos comerciales dentro de 50 años, pero la gravedad de los problemas económicos y sociales que van a marcar las próximas décadas ponen en cuestión los niveles ingentes de inversión necesaria para un proyecto que sigue siendo incierto.

Los biocombustibles

Extraer combustibles líquidos de materia orgánica vegetal ha sido propuesto como una de las soluciones posibles al problema del pico del petróleo. La expansión de los biocombustibles (bioetanol y biodiesel) en los últimos diez años responde a este proyecto. Pero cuando se comprende la diferencia esencial entre el petróleo y los biocombustibles se comprende que la ilusión depositada en ellos es baldía. Los biocombustibles implican volver a vivir del salario solar, mientras que el petróleo es un depósito de riqueza solar concentrada. Un dato: en 2011 se emplearon el 7% del grano del mundo y el 8% de todos los aceites en producir un millón y medio de barriles diarios de biocombustible (con un poder calorífico menor que el de los barriles de petróleo). Con unas necesidades de transporte de casi 50 millones de barriles diarios, usar todo el aceite y el grano del mundo para mover coches implicaría dejar de comer para cubrir apenas una tercera parte de nuestras necesidades actuales de transporte.

Con estos números pensar que una porción de la cosecha anual de plantas puede hacerse cargo de la enorme flota de vehículos con motor de combustión a través de la cual nuestro sistema económico funciona es un absurdo. Pero la insistencia en este absurdo está generando graves tensiones sociales: una competencia violenta entre combustibles y comida. El 45% de la producción nacional de maíz estadunidense fue destinada en el año 2012 a la producción de etanol. Y las revueltas del pan de 2008 y 2011 estuvieron muy vinculadas al desplazamiento de las cosechas para usos energéticos.

El absurdo se precisa mejor al estudiar las tasas de retorno energético de los biocombustibles. Como se aprecia en la tabla, estas son siempre negativas en zonas templadas y sólo algunos cultivos tropicales, como la caña de azúcar o el aceite de palma, dan cifras significativamente positivas, pero en ningún caso comparables al petróleo. Pero dado la adicción de la vida moderna al vehículo privado, es posible que los biocombustibles estén gestando una tragedia: subalimentar personas para alimentar coches.

Biocombustible TRE Poder calorífico respecto al petróleo
Aceite de palma 9 70%
Aceite de soja 3-4 70%
Caña de azúcar 2 70%
Maíz 1.02 50-70%

Fuente: Antonio Turiel, Petróleo no convencional, Petróleo no convencional: análisis de la capacidad de producción, impacto ambiental y TRE. Ponencia presentada en el Congreso Pico del petróleo, ¿realidad o ficción?, Barbastro, 5-7 de Mayo de 2011

Las energías renovables

Las energías renovables han sido, durante milenios, la base energética de las sociedades humanas. Grandes civilizaciones, maravillas arquitectónicas e ingenieriles, sistemas de pensamiento altamente complejos y obras artísticas y literarias universales se han levantado sobre cimientos energéticos basados en la fuerza exclusiva del viento, del agua y del sol. Es decir, energía solar captada a través de la fotosíntesis de las plantas, y el uso posterior de animales y humanos a través de los sistemas organizados de gestión colectiva del trabajo. Además, es preciso recordar que todavía hoy la biomasa, especialmente la leña y el estiércol, supone la energía cotidiana de 3.000 millones de personas en los países del sur.

Un futuro sostenible pasa, esencialmente, por volver a vivir del sol a través de tecnologías de aprovechamiento energético renovable. Estas pueden ser las antiguas tecnologías tradicionales o nuevos usos apoyados en desarrollos técnicos modernos. Las principales fuentes de energía renovable, que deben cimentar un futuro energético sostenible, son las siguientes:

  • Energía eólica: basada en el aprovechamiento de la fuerza de los vientos y la energía cinética de las corrientes de aire para generar electricidad.
  • Energía solar fotovoltaica: utilizando paneles solares, convierte la radiación solar en electricidad.
  • Energía solar térmica de concentración: mediante un complejo sistema de espejos, concentra luz solar en un punto a altísimas temperaturas, que es utilizada para hervir agua y hacer funcionar turbinas eléctricas.
  • Energía solar pasiva: usa la exposición térmica al sol para procesos pasivos como la calefacción, la cocción o el calentamiento de agua.
  • Energía hidráulica: la fuerza de caída del agua, en saltos naturales o artificiales, es empleada para generar electricidad.
  • Energía geotérmica: obtenida mediante el aprovechamiento del calor interno de la tierra, especialmente en localizaciones geográficas que albergan actividad volcánica.
  • Energías mareomotriz y undimotriz: forma de producción energética que se sirve de los movimientos del agua del océano a través de diversos procesos, como las olas o las grandes corrientes.

Los límites de las renovables

Las energías renovables son la base de cualquier futuro sostenible, eso es indudable, pero también presentan una serie de límites con implicaciones muy importantes: cualquier plan de futuro basado en renovables debe ir acompañado de una transformación radical del sistema social en todos los órdenes, desde el modelo productivo hasta los imaginarios. Y esto es así porque las energías renovables no pueden mantener el actual nivel de consumo energético, y menos a un ritmo creciente.

El primero de sus límites es su naturaleza energética, en el que comparten problemática con la energía nuclear: las energías renovables solo producen electricidad en sociedades donde el consumo de electricidad es una necesidad minoritaria. Con un 20% de consumo de energía en forma de electricidad, cualquier expansión sustancial de las renovables debe ir precedida por una reconversión industrial inmensa encaminada a la electrificación de la sociedad. Además, la generación de electricidad mediante renovables todavía presenta algunas dificultades relacionadas con la intermitencia.

Otro límite importante que afecta a las renovables es la ubicación geográfica: aunque sus fuentes energéticas son inagotables, las ubicaciones geográficas idóneas para instalar energías renovables de alto rendimiento son limitadas. En España, por ejemplo, hemos alcanzado picos de aporte eólico al mix eléctrico de casi un 50%, con una media del 20%. Es un buen dato. Pero ya hemos agotado todos los campos de nivel 6, los que tienen los vientos más fuertes y constantes.

Existe un límite esencial vinculado a los materiales. Las formas de explotación de energías renovables vinculadas a las nuevas tecnologías son muy demandantes de materiales escasos, y su masificación puede verse comprometida por la escasez de algunos minerales.

Finalmente, la mayor limitación de las energías renovables es que hoy por hoy son energías subsidiadas por los combustibles fósiles. La extracción de los minerales, su transporte por el globo, los procesos de fabricación, ensamblaje y montaje de dispositivos, así como el mantenimiento de instalaciones serían imposibles sin un sistema internacional de transportes basado en el petróleo. ¿Cómo instalar y mantener un campo eólico en una plataforma marina continental, a 50 km de la costa, sin motores de combustión?

Tabla resumen de tasas de retorno energético. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

Tabla resumen de tasas de retorno energético. Fuente: Ramón Fernández Durán y Luis González Reyes, La Espiral de la Energía, 2014

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